Hace poco más de cuatro años atrás, cuando estaba embarazada
de mi tercer hijo, y como me manejo sola —sin niñera—, se me ocurrió que tenía
que buscar la forma de poder tenerlo siempre conmigo. Una cuando es mamá de dos
ya busca practicidad y la idea de andar con el babysit a cuestas o carritos gigantes que hay que armar y desarmar
de solo pensar ya me estresaba. Tenía que tener libertad de movimiento para
poder encargarme de los otros dos y si era posible con la menor cantidad de
cosas encima… Todo eso de bolsos con miles de remudas por si llueve, si hace
frío, si hace calor, si sale el sol o si refresca que se usa con el primero ya
con el tercero ni pensarlo, una toallita y un pañal, y se acabó.
Así fue que pensé en un portabebés. Claro, como mis hijos
mayores eran grandes los únicos que yo conocía eran las típicas «colgonas» o mochilitas de marcas reconocidas comúnmente llamadas
aquí «cangurito». Sin embargo se me
ocurrió informarme un poco sobre el tema, ya que habían pasado siete años desde
la última vez que había tenido un bebé en brazos. Así me enteré del porteo, sus
beneficios, los diferentes tipos de portabebebés, lo que había que hacer y lo
que no… Y lo primero que dije cuando vi un fular fue: ¡Esto es lo que quiero!
Desde ese momento me puse a la búsqueda de cómo conseguir
uno. No había en Paraguay por ningún lado, busqué tutoriales de cómo fabricar
uno y me hice uno rústico con camisetas. Sin embargo no me animaba a probar a
hacer un fular porque había leído que la tela debía tener ciertas
características, y los nombres de telas
que encontraba en tutoriales de internet me parecían excesivamente calientes o no coincidían con los nombres de
nuestras telas. La verdad es que siempre fui muy cuidadosa con ese tema, no soy
de hacer no más las cosas, cuando hago algo quiero hacerlo bien. Por eso busqué
una marca en Argentina —una muy conocida— y me traje uno.
Entusiasmada me puse con los videos para probar nudos, mi
hijo nació en julio así que aunque mi fular era bastante pesado no lo sentí.
Sin embargo, llegado el verano, ya me empezó a dar calor. Fue allí que algunas
amigas me empezaron a pedir para que les haga uno y fue en ese momento que
empezó mi travesía en busca de telas.
Al principio no elegí las mejores, fui probando una tras
otra, con mis amigas, con mis primeras clientas, con mi propio hijo, siempre
teniendo en cuenta las características —que según leía y me informaba—, tenía
que tener la tela. Mi fular era muy elástico y pensé que eso era correcto y más
cómodo que los rígidos —pensamiento que veo que tiene la mayoría al iniciarse
en el porteo—, hoy si tuviera que volver a portear, lo haría definitivamente
con uno tejido…
Mi prioridad era buscar telas que sean las adecuadas y
tratar de que sean lo más frescas posibles. Hay fulares hermosísimos en otros
países pero lastimosamente no se adaptan a
nuestra realidad climática, que es el mismísimo infierno.
Entonces y luego de varias pruebas, encontré los materiales
adecuados. Ya para ese entonces decidí incursionar en otros modelos, hice lo
mismo, estudié los distintos diseños, probé uno y otro, investigué cuáles eran
más seguros y mejores para la salud del bebé, las medidas, las escalas. Comparé
marcas, escuché a aquellos que saben del tema a nivel mundial. Y después de
muchísimo tiempo me animé a sacar las
bandoleras con anillas, no lo hice hasta que no conseguí la forma de ponerle
las anillas adecuadas. Siempre pensé que un bebé es demasiado delicado y que
debemos en realidad buscar lo mejor para él.
Por eso me duele que nuestra cultura del «vai vai no más» que permea todos
nuestros pensamientos, aparezca también en esta escena. Me impresiona cuando la
gente da opiniones sobre telas para fulares o anillas para bandoleras que se
venden a 4mil el metro o que se consiguen en la ferretería. ¿En serio? ¿En
serio pueden poner a un bebé en una tela que es 100% poliéster? ¿En serio hacen
bandoleras con anillas de bolsas de plástico o de cortina?
Me tocó ver, sí. Me tocó ver esos productos cuando voy a dar
asesoría. Realmente son corajudas las personas que se animan a vender algo así
a una mamá. Además recuerdo que cuando en un grupo dije que una de esas telas
que habían recomendado no era apta para un fular porque era de poliéster y no tenía
nada de algodón, me dijeron de todo y echaron comentarios como que las personas
que vendemos siempre luego vamos a decir que eso no se hace para poder vender
el nuestro.
La verdad es que de los productos de otras marcas no puedo
hablar, pero como pionera en el porteo en Paraguay, sí puedo hablar de los míos
y de las horas y horas caminando y probando que he invertido —y sigo
invirtiendo— para poder presentar productos de calidad. Me he ido al extranjero
para estudiar y perfeccionarme, para conocer y aprender lo que está bien. De
allí he traído cosas nuevas, he modificado mis productos para que sean de mejor
calidad y más cómodos.
No digo que no se pueda hacer un fular casero, pero por lo
menos habría que interiorizarse, investigar, probar, buscar lo mejor… Los bebés
son demasiado delicados no podemos envolverles no más en una tela que no es la
correcta. Y muchas veces dicen: «el fular es una tela no más». Sí, claro que es
una tela no más, al igual que la ropa que usamos todos los días, sin embargo no
nos ponemos un pulóver de lana en pleno verano, ni nos hacemos un traje de baño
de tafeta. Sin embargo para hacernos un vestido de fiesta pagamos sin reparo a
una modista de alta costura.
Desterremos un poco esa cultura del peichante, del vai vai no
más o la idea del: «Así no más si yo usé
ese y a mi bebé no le pasó nada». Realmente me molesta cuando se dan esa
clase de consejos a otras madres, porque siempre me pregunto: Si uno tuvo la
suerte de que usando algo incorrecto o mal fabricado a su bebé no le haya
sucedido nada, ¿será que pensará lo mismo la persona que no tuvo la misma
suerte?
Lo que quiero decir con todo esto es que pensemos un poco,
valoremos a las personas y sus conocimientos. Somos varias las que nos estamos
preparando, instruyendo, para ayudar a las mujeres en cuestiones de maternidad.
Ser asesora de lactancia, ser asesora de porteo, ser doula tiene su inversión
de tiempo y dinero. Valoremos el esfuerzo de la gente que se prepara e invierte para tratar de darnos
lo mejor.
Araceli Samudio
Asesora de Porteo
Dueña de Kunu´u Portabebés
Araceli Samudio
Asesora de Porteo
Dueña de Kunu´u Portabebés
Que hermoso! Para nuestros bebés lo mejor!! Espero conocerte pronto
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