Hoy termina la Semana Internacional de la Crianza en Brazos y me estaba
planteando escribir algo en el blog, así que toda la semana estuve pensando qué
podría decir acerca de la crianza en brazos.
Supongo que si estás aquí es probable que ya sepas todo lo
beneficioso que es alzar upa a tu bebé, así que hoy no es mi intención contarte las innumerables ventajas de criar en brazos. También ya sabemos que nuestra
sociedad nos dice que eso está mal, que criar en brazos es igual a malcriar, y
la palabra malcriar nos asusta, ¿quién quiere tener un hijo malcriado? A
nuestra sociedad le es más sencillo asumir que los bebés son pequeños adultos —como ese del dibujo animado que se pasó en el cine hace
poco, que incluso tenía voz de adulto—, que lo son pequeños seres despiadados
que se pasan sus horas imaginando como complicarle la vida a sus padres. A
nuestra sociedad le resulta más fácil creer que los pequeños son unos tiranos que
maquiavélicamente intentan arruinar nuestros días, nuestro descanso y nuestro
sueño.
¿Te parece esto exagerado? Pues solo
pensalo. ¿Cuántas veces has oído expresiones como: «La cuna parece que tiene
clavos», «Es un vivo tu bebé, en brazos no más quiere estar», «Bajale porque
después no va a querer bajarse nunca más», «Claro, tu bebé llora porque sabe
que le vas a alzar pues, es un vivo»?
¿Qué quiere decir todo eso? ¿Qué quiere decir que tu bebé es un
«vivo»? Según la concepción de nuestra gente, eso quiere decir que tu bebé está
planificando chantajearte con su llanto para que lo alces. ¿No es esto una
horrible concepción adultocéntrica? Es probable que un adulto piense así, pero
¿es tan difícil entender que si el bebé llora es solo porque es su única manera
de comunicarse?, ¿que si está llorando es porque necesita algo?
«Pero ya le di su leche, ya le cambié, no sé qué más quiere». Dice
la mamá desesperada y alguna persona por ahí sale con el famoso: «Y es un
malcriado, quiere que le alces nomás».
Como si tuviera algo de malo. Sí, el bebé puede querer eso nomás; sí, puede querer upa, un beso o un abrazo. ¿Acaso vos, adulto, nunca querés un
mimo? ¿Cómo te sentirías si tenés ganas de un abrazo y tu marido o esposa,
novio o novia te lo niega porque piensa que lo estás queriendo chantajear para
que nunca más deje de darte mimos o abrazos?
Y la pobre mamá se siente mal porque se encuentra en el medio,
entre lo que la sociedad le dice que está mal —alzarle
a su bebé cuando este llora— y lo que ella cree y necesita hacer —alzarle para
calmarle.
Hoy le quiero hablar a las mamás no desde el punto de
vista de la sociedad adultocéntrica, ni tampoco desde el punto de vista de lo
beneficioso que es cargar a tu bebé todo lo que este necesite y durante el
tiempo que lo necesite. Hoy les quiero hablar a las mamás desde el punto de
vista de una mamá, que ya pasó por esto, que tiene dos hijos adolescentes y uno
de cinco años que ya casi no pide upa.
Te voy a contar una cosa, a vos que tenés un bebé
chiquito, te voy a contar algo que es muy lógico, pero que a veces no lo
pensamos así (porque de algún modo parece más sencillo pensar que ellos
chantajean para lograr su cometido). Te voy a contar una cosa: tu bebé va a
crecer, y eso va a suceder muy rápido, más rápido de lo que pensás.
Hoy estaba en la misa y entró una chica con un bebé de
un año, era rubio y con las piernitas gruesas, su cabellito era finito y al
verle me llevó inmediatamente a un flashback,
me acordé de mi hijo mayor, Ezequiel, que acaba de cumplir quince años.
Ese bebé le parecía mucho a él cuando tenía su edad,
miré sus pasitos inseguros, lo vi alejarse de su mamá un par de metros para
luego darse vuelta y mirarla para cerciorarse de que estaba allí, lo vi volver
a ella y pedirle upa. Me acordé de mi Echi cuando tenía su edad, no se apartaba
de mí ni un metro, controlaba que siempre estuviera a su lado, pedía upa y me
regalaba un abrazo cada mañana cuando lo despertaba.
Hoy mi hijo es más alto que yo, ayer y anteayer me
dormí a las tres y media de la mañana, no porque tenía que cambiar pañales o
porque tenía que amamantar, dormí a esa hora porque él se fue a un quince —porque tiene fiestas de quince a cada rato— y
porque iba a venir con la mamá de un compañero, así que dependía de la hora en
la que ellos volvían, y yo estaba despierta, esperándolo.
Él ya se maneja solo —porque no quiero criarlo en una
burbuja—, va y viene a sus clases caminando o en colectivo, y yo estoy siempre
con el Jesús en la boca, preocupada porque no le pase nada, porque no le
asalten, porque llegue a salvo a cada destino, porque a pesar de saber lo difícil
que está la calle en nuestros días considero que a los chicos es mejor darles
herramientas que encerrarlos en una burbuja. Con él ahora ya no hablamos de
dibujos animados como antes, ahora hablamos de lo que pasa en el cole, de las
materias, los trabajos prácticos, de música, de basket, de los quinces y de las
chicas, sí, también hablamos de las chicas. ¿Y sabés qué? Él ya nunca me pide upa.
Hace poco cuando cumplió los quince, viendo fotos de
cuando era chiquito me recordé de muchas cosas, de cuánto sufrí con mi
lactancia porque en esa época no había la información que hay ahora, de los
primeros años en el colegio, de cada uno de sus logros y de todo lo que fuimos
construyendo en estos años. Lo único que les puedo decir es que para mí todo
eso sucedió hace tan poco, y parezco esas ancianitas diciendo: «Y parece que
fue ayer», pero es que es así, el tiempo pasa demasiado rápido.
Estoy disfrutando de la adolescencia y los matices que
le pinta a mi vida estrenarme como madre de adolescentes. Estoy disfrutando de
conocer a mis hijos, de verlos forjar sus personalidades y de escucharlos
hablar sobre sus vidas, es una etapa, que también pasará y como tal espero
disfrutarla al máximo.
Por eso, a vos, mamá que tenés todavía un bebé
chiquito, hoy te quiero decir que disfrutes de esa época, porque un día tu bebé
va a tener quince años y te prometo que ya no te va a pedir upa. No importa
cuántas veces lo hayas dejado en la cuna llorando para que no se «malcríe» pensando que era lo correcto. No importa si
le alzaste mil veces a pesar de sentirte mal porque todos te decían que lo
estabas malcriando. Sé que hoy te cuesta saber qué es lo correcto, alzarlo como
dicen las personas que saben o dejarlo llorar como te dice tu entorno que es
mejor, pero hagas lo que hagas, pase lo que pase, yo te prometo, que a los
quince años no te va a pedir upa, así que aquello de que «nunca más se va a
querer bajar», no es verdad.
Un día tu bebé va a seguir siendo bebé a tus ojos,
pero va a ser un niño o una niña, un adolescente, o un joven, incluso un hombre
o una mujer. Y ese día, que va a llegar muy pronto, ya no te va pedir upa. Entonces,
sin entrar a detallar que alzarle upa a tu bebé tiene muchas más ventajas que
desventajas, muchos más beneficios y que podés aprender leyendo cualquier
artículo sobre porteo o crianza en brazos, yo lo que te quiero decir hoy es que
este tiempo es limitado, que un día va a caducar, y que no te pases los días,
los meses, sintiéndote mal por querer dar gusto a una sociedad que no piensa en
sus niños, que no respeta los procesos, que busca más satisfacer la comodidad
del adulto que procurar una sana emocionalidad del niño. No te preocupes porque
sea un malcriado, porque lo que va a ser ese niño o niña al que alzaste cada vez
que lo deseó es un biencriado, alguien sano, emocionalmente estable, seguro de
sí mismo y feliz. Y también estoy segura, que vos te vas a sentir mejor.
Araceli Samudio
Asesora de Porteo y Maternidad
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